Cambian las imágenes, cambia mí alrededor lejos de Bogotá, de la constante Bogotá, la dominada y derecha ciudad que dejé hace unos meses y ahora vive en mi memoria. Ahora México frente a mi; una ciudad se monta sobre otra, la ciudad de todas las cosas, de toda la gente, incesante, inmensa, horrenda, anónima. La ciudad que no termino de conocer, en cada esquina soy diferente, cada lugar es una nueva cara de la ciudad aun desconocida donde debo arriesgarme a explorar, a sorprenderme, otras veces a regresar a casa aun perdida buscando respuestas, construyendo lugares imaginarios, juntando fragmentos de mi memoria que me permiten crear espacios llenos de azar.
El color es diferente ahora, se nubla, se mueve incesante. Perpendicularidad escasa, velocidad abundante y continua, el tiempo falta, la luz brilla, el sol quema, calienta y seca, el viento empuja. Todo transcurre bajo mis pies y a mí alrededor. Todo se entrecruza, no hay silencio, no hay quietud. El piso se ha movido y aun retumba bajo las plantas de mis pies. Lo se por el horizonte que aun no puedo ubicar.
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